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TuMeser - Entrevista a la artista

  • Giuliana Alpern
  • Nov 1, 2011
  • 4 min read

Soy una artista comprometida con mi ser, mi obra y mi persona son una sola. Mi arte refleja mis estados de ánimos, en la intensidad, colores y movimientos. Siento que mi arte es un arte ecológico. Los materiales con los que trabajo son muy importantes y están conectados con mi pasado y mi formación. Soy una artista de re-lecturas, volver a leer algo, que no necesariamente tiene que ver con letras y palabras, sino que tiene que ver con volver a ver algo, que es un modo de reutilizar algo y reciclarlo.

El primero de noviembre se inauguró una muestra en el Consulado Uruguayo de Nueva York con motivo de los festejos del Bicentenario. La artista invitada fue Adriana Rostovsky quien montó una exposición que se compone del uso de la técnica mixta y relieve donde el material principal utilizado fue las revistas y su reciclaje. Adriana nació en Montevideo, estudio en Holanda y ahora trabaja como artista en su estudio de Nueva York. En esta muestra expone la reinterpretación del tiempo perdido a través de los colores, las texturas y los movimientos que expresan emociones y sensaciones variadas. ¿Cómo te definirías como artista? Soy una artista comprometida con mi ser, mi obra y mi persona son una sola. Mi arte refleja mis estados de ánimos, en la intensidad, colores y movimientos. Siento que mi arte es un arte ecológico. Los materiales con los que trabajo son muy importantes y están conectados con mi pasado y mi formación. Soy una artista de re-lecturas, volver a leer algo, que no necesariamente tiene que ver con letras y palabras, sino que tiene que ver con volver a ver algo, que es un modo de reutilizar algo y reciclarlo. Comenzaste tu carrera como arquitecta, ¿porqué la transición hacia el arte? ¿Cómo fue esa transición? Todo comenzó cuando me di cuenta que cada vez que visitaba los museos me interesaba más por las obras mientras mis colegas, arquitectos, miraban los detalles constructivos del edificio. Mientras ejercía mi profeaión siempre me enfocaba en la sustentabilidad, el reciclaje, la remodelación y el re-uso, mirando la arquitectura con ojos diferentes, con foco en las texturas, lo colores, la fusión de los espacios. La energía de los lugares. El arte siempre estuvo como una ruta de vida paralela y de a poco fue ganando más terreno.

¿Cómo es el proceso de creación de una obra? No parto de una idea predeterminada, sino de un concepto, no hago un boceto previo y luego lo armo, puede que tenga algunas ideas prelimares y básicas en la cabeza, o mejor dicho en el estomago, pero al arrancar una pieza trato de escuchar y estar alerta a lo que la pieza me va pidiendo cambiándola con lo que estoy buscando y permitiendo que salga lo mayor de ella. Los tiempos son variados, dependiendo de la complejidad de cada pieza, y de mi ser, no sin embargo del tamaño. Los materiales que más me interesan son aquellos que tienen más historia. Por ejemplo en mi serie anterior que había trabajado con cartones, me llamaba la atención aquellos que ya estaban doblados, marcados. Me cuesta utilizar materiales desde cero. Me atraen mucho más los materiales que tienen marcas porque esas marcas las hizo alguien o algo. Me interesa como me llega eso y lo re-leo y transformo, de ahí nace otra cosa que genera una cadena que va a seguir en un futuro ya que alguien que vea la pieza que trabajé va a tener una interpretación sobre ella. ¿Qué es lo que intentaste plasmar en esta muestra? Es una relectura de los tiempos pasados, vividos y no vividos en el Uruguay, porque el país donde uno nació se lleva consigo a todos lados. Esta muestra es un modo de agradecimiento al Uruguay que tanto me dio. ¿Cuánto de tu bagaje cultural y familiar está presente en tu obra? Provengo de un linaje europeo de desarraigos obligatorios; donde el reciclar no era una cuestión de moda sino de supervivencia. Y no puedo negar que mi arte está teñido e impulsado por ese aspecto de la crisis de la historia europea. También mi infancia, mis vivencias en el barrio de Carrasco, mis vecinos, las calles de alrededor, todo eso está reflejado en mis obras y obviamente mis 8 años en Holanda tuvieron mucho peso en mi. ¿Quiénes son tus inspiradores? Mi abuela materna, Sonia Vasilisky, con sus tapices, el modo de entrelazar los materiales, el hecho de hacer algo de la nada. Creo de algún modo ella está presente en cada una de mis obras, de hecho tengo una dedicada a ella, que se llama Rossonia, que es la forma en ella firmaba sus tapices, “sonia ros”. También Frank Stella, con su fuerza y movimiento, la obra de Movidick me parece sorprendente. La forma de pasar de la segunda dimensión a la tercera es simplemente perfecta. A su vez Frank Gery y su manejo del espacio es muy inspirador. ¿Cuál es el lugar que ocupa el viaje en tu arte? De algún modo reafirmó ese sentimiento del “inmigrante” que es parte de la historia de mi familia. El mudarse de un país a otro hace que uno tenga la necesidad de tener la valija liviana y tener que acomodarse con lo que se tiene. El arte que hago depende de mis propias manos y de los recursos que tengo y creo que eso está muy conectado con el viaje. El cartón, que es uno de los materiales que uso, lo asocio con cajas y mudanza; los papeles y revistas que son un termómetro de las ciudades y un modo de releer el tiempo perdido. La gente no se compra una revista para leer con la misma seriedad que uno lee un libro, sino que es más como un pasatiempo. ¿Cuáles son tus planes a futuro? Ahora en noviembre tengo otra muestra planificada en el Centro de la Cultura de Connecticut. El año que viene tengo otra muestra programada en Saint Peters Church también. A su vez doy clases en el instituto 92 Y sobre reciclaje en el arte.


 
 
 

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